Al final tuvimos suerte con el tiempo y se abrió el cielo azul para poder disfrutar de las personales y animales del caserío. Estuvimos encantados con los monitores, cocineros y… claro, con los animales que viven allí.
Dimos de comer a las ovejas y a los burros, cogimos huevos del gallinero, limpiamos el cerdo, montamos a caballo…
¡Disfrutamos mucho!
Además cocinamos un bizcocho entre todos y luego nos lo comimos de hamaiketako. ¡Delicioso!
Al anochecer llegó el turno de mover el esqueleto con la discoteca. Luego un cola cao calentito y… a dormir con nuestras andereños.